lunes, 4 de julio de 2011

El poemario

Somos materia desechable
Luis Antonio González Pérez
(Ediciones Vitruvio, 2011)


Contra el tiempo

Contra el tiempo
una melodía de jazz
extingue la noche.

Ya no sé si quedan dos
o tres compases
para que este poema
y yo
dejemos paso al silencio.

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Somos materia desechable


Somos materia desechable,
putrefacción,
óxido en las manos de otros.
Tenemos la caducidad
contada en las palabras precisas
agotadas antes del vacío.

La hoja en blanco
que alberga todas las verdades
cae violentamente al suelo.

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Siempre termina todo
en un rechazo a medida.
Digiero las frases prescritas
con recetas caducas,
los silencios en partos de cuchillas,
la forma en que quedamos relegados
a los abrazos castos,
a las noches bajo las mismas sábanas
con la distancia precisa.

La anulación de mí
que tanto les gusta.


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Grito, azul, y el viento me devuelve, gris.


Escupo constelaciones de ocre y estaño,
vociferan los demonios en mis pulmones
y me entrego al exorcismo lascivo,
al masturbatorio encuentro de gerundios
en que mi nombre cabalga hacia la umbría.
Red de derrotas secuestran la culpa,
la conciencia, ruido sincopado en la lengua,
bálsamo caduco, hambre de derrotas,
vicio ausente de vicio por cansancio,
eyaculación mutilada que todo lo ordena.

Salta al extravío el derrumbe de mi nombre,
ya no quedan vestigios sino miedo
en la voz y las solapas.



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Quiero hundirme en púrpuras y ocres,
envejecer, tornar a caduco,
desvanecerme como un hálito frío,
como un resol en tormenta.
Perder la razón, el miedo, la potencia,
la ropa, el sexo, la palabra,
tu memoria, mi olvido,
mi nombre, tu ignominia.
Hundirme en púrpuras y ocres,
eyacular azul, respirar gris,
sudar hasta la última tonalidad
que todavía reconocen mis pupilas.

Envejecer, desvanecerme.
Desconocerme, olvidarme.
Ahogarte en púrpuras y ocres.
Tornar a caduco.




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